Época: Primer Románico
Inicio: Año 950
Fin: Año 1066

Antecedente:
Primer Románico

(C) Isidro G. Bango Torviso



Comentario

La abadía de Montier-en-Der fue consagrada en el 998, sufriendo importantes transformaciones en torno al año 1040. El aspecto actual corresponde a una radical restauración llevada a cabo después de la segunda guerra mundial. El edificio, conservador, siguiendo un prototipo de tradición renana, de amplia nave central con cubierta de madera y macizo occidental a los pies. Lo novedoso residía en la tribuna que corría sobre las naves colaterales.
La vecina iglesia de San Esteban de Vignory manifiesta iguales conservadurismos en la nave central, y en su cubierta. Como en Montier, la novedad reside en la articulación de la superficie paramental, que se desarrolla entre el intercolumnio y las ventanas superiores; aquí se disponen unos arcos biforos que no se corresponden con el espacio de una tribuna, sino que su función es simplemente decorativa.

Entre 1050 y 1057, se construyó la parte oriental prolongando las naves tres tramos, ligeramente más anchos, con unos grandes pilares que debieron soportar un cimborrio. Se cerraba el templo con una girola a la que se abrían tres absidiolas. La ordenación de los muros, con su falsa tribuna, y la utilización del deambulatorio son experiencias balbucientes de lo que será la definición tópica de las mal llamadas iglesias de peregrinación. La escultura de sus capiteles, con decoración geométrica y zoomórfica, denota más un arte tosco y rudo que impericia experimental.

Un vasto edificio, de casi cien metros de longitud, se levanta, entre 1005 y 1049, sobre la tumba de San Remigio de Reims, sustituyendo a otro anterior carolingio. La consagración que puso fin a las obras tuvo lugar en 1049. Una extensa nave con colaterales y tribunas era cortada en su parte oriental por un crucero de igual estructura, pero casi de la mitad de anchura. A este transepto se abrían tres absidiolas en cada brazo y un presbiterio de tramo recto y hemiciclo. Pese a la monumentalidad de la parte oriental, su máxima importancia artística reside en los casi doscientos capiteles estucados, aunque hayan sufrido los rigores de una restauración excesiva. Una temática icónica muy variada cubre las caras de sus cestas: vegetales, animales, figuras de atlantes o escenas de la vida de Sansón. No se puede negar que el deseo de reproducir capiteles historiados esté en la línea de gestación del capitel románico; sin embargo, aquí la libertad de sus formas con respecto al marco arquitectónico en nada anuncian la principal característica de la obra románica que pretende todo lo contrario.

Un paso más decisivo en la configuración del capitel románico se dará en la iglesia de Saint-Germain-des-Prés. Es un edificio de cronología discutida, que debe considerarse, en términos latos, no antes de 1050. Su forma reproduce tres naves con intercolumnios de pilares compuestos, una sola nave de crucero con los extremos en hemiciclo. Al transepto se abren cinco ábsides semicirculares escalonados. El aspecto tan románico de esta planimetría hace dudar de una cronología temprana. Los capiteles historiados de la nave -temas bíblicos, zodíaco, etc.-, conservados en el Museo Cluny -en el templo han sido reemplazados por malas copias -, muestran unas formas románicas precoces, donde el escultor ha tratado de someter, al esquema compositivo del capitel, una vieja iconografía de lejanos ecos merovingios o galorromanos.